“Hoy en día ir por la calle sin miedo es un privilegio reservado a los hombres”. Esos malditos hombres. Lo dice Alba Alfageme, una psicóloga especializada en violencia sexual entrevistada por eldiario.es, el digital de Ignacio Escolar, el cual recibe financiación de la Open Society Foundations de Soros. Una psicóloga especializada en violencia sexual es como una psicóloga normal pero con más posibilidades de recibir subvenciones. Es decir, que en el fondo seguramente da igual lo que diga la psicóloga especializada en violencia sexual Alba Alfageme. Si la psicóloga dice lo que tiene que decir seguramente recibirá una subvención. Sabemos de la existencia de esta psicóloga porque dice lo que tiene que decir. Lo que tiene que decir es lo que tenemos que pensar. Además nos es más fácil empatizar con lo que dice una psicóloga que si nos lo transmitiera directamente como una instrucción del foro de Davos, la Open Society o el Ministerio de Igualdad.

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Por alguna extraña razón es el objetivo de alguien que todas las mujeres vivan constantemente aterradas por la idea de ser agredidas por un hombre. Bueno, en realidad tampoco es tan misteriosa esa razón. El que te inocula el terror hacia algo suele venderte a continuación el remedio. No te puede vender el remedio, el ministerio o la subvención sin el terror que la justifique.

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Obviamente no se trata de negar que exista el mal o que haya mujeres que son agredidas, la cuestión es poner ese hecho en sus justos términos. Para empezar, ¿es cierto tal cual el hecho? Y el que te vende el remedio, ¿te ofrece realmente algún resultado a cambio del precio? ¿Justifica su atrincheramiento en el poder y su presupuesto? El mismo que te vende el terror a los hombres en general, ¿no es el mismo que después está a favor de maniatar a la policía o de la “reinserción” de los asesinos y violadores en particular?

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El INE arroja en este sentido algunos datos bastante significativos, como que el número de hombres víctimas de una muerte violenta en España es significativamente mayor que el de mujeres. Por cada mujer víctima de una muerte violenta hay casi dos hombres que han corrido la misma suerte. Ser hombre es un factor de riesgo bastante mayor que el de ser mujer de cara a sufrir una muerte violenta. Si una mujer no puede salir a la calle sin miedo, un hombre muchísimo menos. Solos y borrachos queremos volver a casa. O incluso acompañados y sobrios. Como si la violencia fuera un problema pero no lo fueran la soledad y el alcoholismo. Gobierno de España.

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A todo esto se añade que una parte importante de las mujeres víctimas de una muerte violenta la han sufrido en su casa y a manos de su pareja o expareja. Es decir, lo que es el miedo a salir a la calle debería ser abrumadoramente un pánico masculino. Evidentemente los datos se pueden tomar por uno de estos dos lados: si es usted una mujer, tal vez debería tranquilizarse; si es usted un hombre, tal vez debería aterrarse. Alternativamente podríamos quedarnos todos un poco más tranquilos, aunque más tranquilos somos menos propensos a buscar presuntos salvadores que vivan al servicio de la Open Society o a costa del presupuesto.

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