¿Qué tienen que ver ya las protestas y manifestaciones a las que estamos asistiendo con George Floyd, el negro asesinado hace unos días por un policía de Minneapolis? ¿Qué tienen que ver tampoco con el racismo? Al margen de estas preguntas, lo que se observa es que estas son las dos vías de protesta más expresivas que se están produciendo: la violencia y el arrodillamiento.

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El arrodillamiento resulta particularmente interesante porque se trata de un fenómeno novedoso y que ya estamos copiando hasta en España, particularmente en la gala de Operación Triunfo; en TVE, por supuesto, la de todos, o por lo menos la que pagamos unidos todos.

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La exploración de la cronología de esta nueva forma de arrodillamiento nos lleva al fútbol americano, al momento en que suena el himno en los EEUU antes de cada partido y al jugador mestizo Colin Kaepernick, que en septiembre de 2016 (antes de la llegada al poder de Trump) protagonizó un debate nacional al negarse a cantar el himno en pie y quedarse en cambio sentado en el banquillo. Algunos partidos después pasó de quedarse sentado a ponerse de rodillas. El jugador explicó que “No voy a ponerme de pie para demostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a las personas de color”. Desde entonces esta forma de protesta ha sido imitada por otros jugadores y ahora se ha convertido en un icono de las protestas que presenciamos.

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En los últimos días, sin embargo, lo que se está viendo no es a negros ponerse de rodillas para protestar, sino a blancos arrodillados ante grupos de negros, a policías arrodillados ante grupos de manifestantes, a negros exigiendo a blancos que se arrodillen ante ellos y a aspirantes a cantantes famosos en España arrodillándose ante… no sé sabe qué y quizá mejor no saber.

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Para empezar tal vez habría que preguntarse si avergonzarse de ser blanco no es también una forma de racismo. Podríamos pensar también si los hutus o los tutsis eran blancos. Por no mencionar que casi todos los negros asesinados en los EEU son asesinados por otros negros, o que la policía estadounidense mata al año al doble de blancos que de negros. Las razas no delinquen. Los blancos no son no mejores ni peores que los negros por ser blancos. El mundo no se divide entre blancos y buenas personas. Parece bastante obvio, pero por lo que estamos viendo puede que no lo sea tanto para muchas personas. Es decir, a nadie se le ocurre pretender que los negros sean inferiores, pero que los blancos son inferiores al resto de razas empieza a ser una idea popular, particularmente entre los blancos. Tanto como para que los blancos se empiecen a poner de rodillas ante los negros.

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Arrodillarse es para el ser humano un acto violento, profundo e íntimo. Es violento porque genera un lógico rechazo en nuestra autoestima, por poca que sea. Arrodillarse implica colocarse en un nivel inferior a aquello ante lo que nos arrodillamos. Es profundo porque esa subversión de las tendencias egoístas no es un hecho trivial. Implica de algún modo una inversión de los instintos. Y es íntimo porque sólo el arrodillamiento íntimo seguro que es libre. Cuando un grupo te rodea a ver si te arrodillas no es fiable ese arrodillamiento. Por todo esto tradicionalmente el hombre no se ha arrodillado públicamente ante cualquier cosa. Arrodillarse ante cualquier cosa se considera un ataque contra la dignidad. Arrodillarse es un acto de postración y humillación. Característicamente, el ser humano se inclina sólo ante Dios.

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En la imagen de los triunfitos unánimemente arrodillados (es mucho más urgente en este país aprender a pensar que a cantar), se percibe la utilización de técnicas muy básicas de manipulación. Ponte de rodillas para rebelarte. Seguro que los triunfitos piensan que están llevando a cabo un acto de rebeldía. No se dan cuenta de que ponerse de rodillas es casi por definición un acto de sumisión. Decíamos que un ser humano que aprecia en algo su libertad y su dignidad no se arrodilla voluntariamente así como así. Por eso mismo los seres humanos, más allá de determinados gestos casi teatrales, tradicionalmente sólo se han arrodillado ante Dios. O involuntariamente ante sus enemigos al ser derrotados, en un gesto supremo de humillación. Si un creyente se arrodilla ante Dios, después no se arrodilla ante cualquier otra cosa de nivel inferior. Pero si un no creyente no se arrodilla ante Dios, tampoco tendría sentido que lo hiciera ante cualquier otra cosa. ¿Qué significa entonces ver a tanta gente estos días tan ansiosa por ponerse de rodillas ante algo?

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Para Dostoievski la cosa estaba clara. El ser humano busca desesperadamente algo ante lo que arrodilllarse. Si no se arrodilla ante Dios, busca desesperadamente cualquier otra cosa ante la que arrodilllarse. Como nada puede sustituir a Dios, el hombre desesperado por buscar ese sustitutivo puede arrodillarse ante casi cualquier cosa, pero no está claro que sea eso lo que estamos viendo en estos momentos.

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Nos llama mucho la atención que prolifere tanto estos días el tipo de persona que parece dispuesta a arrodillarse, arrastrarse y postrarse ante cualquier cosa y con tanta facilidad. No obstante, también da un poco la impresión de que todos estos arrodillados que vemos no están realmente adorando lo que tienen delante, sino más bien avergonzándose de lo que son. Lo que nos llevaría al asunto de por qué se avergüenzan de lo que son o, más importante quizá, a causa de quién.

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La generación más preparada de la historia para ser esclavizada y vivir arrodillada

Alguien que se avergüenza de lo que es en el fondo es alguien perfectamente preparado para ser reprogramado. Es decir, alguien que se avergüenza de lo que es, que por tanto rechaza lo que es, es alguien que quiere vaciarse. Alguien que quiere ser vaciado está listo para ser rellenado con otra cosa. Alguien que quiere llenarte con sus ideas intentará llevarte antes al auto-odio. El auto-rechazo es la puerta de entrada al discurso del que te quiere someter. Los triunfitos son el retrato de una generación perfectamente vaciada de sus valores y totalmente preparada para ser reprogramada por los que les han llevado a auto-odiarse. La juventud occidental, no digamos la española, está tan llena de auto-odio que ni se da cuenta de lo lamentable y patético que es ponerse de rodillas con esa trivialidad. Todo ese auto-odio, por cierto, tiene mucho que ver también con fenómenos como el auge del nacionalismo, otro producto sustitutivo típicamente actual.

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Para concluir, obviamente a nadie le puede parecer bien que la policía mate sin una causa justificada a una persona, pero sea esta persona negra o del color que sea. Ni a nadie le puede parecer bien pensar que los negros son inferiores a los blancos. O los blancos inferiores a los negros. Sin embargo, todo esto se puede creer de pie. Nos arrodillamos sólo ante Dios. No nos vamos a auto-odiar. No, nosotros no nos vamos a arrodillar.

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Comentarios (2)
  1. el liberal navarro says:

    No nos olvidemos de que se acercan elecciones en USA y de que al final de lo que se trata, en esta precampaña (porque esto es todo este numerito de la rodilla, el arranque de la precampaña) , es de que parezca que el tiro al tal Floyd parezca que se lo ha pegado Trump.

    No hay más.

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  2. De Navarra says:

    Ya lo dijo Chesterton: “Lo malo que tiene dejar de creer en Dios, es que enseguida se empieza a creer en cualquier cosa”.
    Por lo tanto, digo yo, ahí están quienes se arrodillan ante cualquier cosa.

    Bien puntuado. ¿Te gusta? Thumb up 23 Thumb down 1

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