Los dudosos números oficiales del coronavirus

Comencemos diciendo que puede que las cosas realmente estén mejorando, aunque llamemos mejorar a dejar de empeorar las cosas. En este sentido las medidas de confinamiento de la población que llevan dos semanas en vigor (justo el período máximo de incubación del virus) deberían arrojar algún resultado favorable. Es decir, en un estado ideal de aislamiento absoluto, dos semanas después todo el mundo sabría si está infectado o libre de virus. Obviamente ese estado es utópico y de hecho muy lejano a lo que se ha producido, pero debería empezar a ser visible alguna mejora respecto a un escenario en el que no hubiera habido restricciones ni confinamiento en absoluto. Paradójicamente el gobierno acaba de endurecer las medidas de confinamiento, por lo que sus actos desmienten el discurso de que la cuarentena en sus términos actuales estaba funcionando de manera satisfactoria,

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Los contagiados

El problema con el que nos encontramos para evaluar la situación es que los datos que se conocen no son fiables en absoluto. En Navarra, por ejemplo, es flagrante la carencia de test para saber quiénes están contagiados. El caso de los casi 100 abuelos de La Milagrosa esperando un test ejemplifica perfectamente lo que estamos diciendo. Si no se puede hacer test a todas las personas sintomáticas, ¿cómo vamos a saber si suben o bajan los contagiados? ¿Cómo distinguir si lo que baja es el número de contagiados o el número de test que se realizan? Si dejáramos de hacer test, las cifras de nuevos contagios bajarían a cero. La dura realidad es que de todas las personas con síntomas sólo a una pequeña parte se les está haciendo el test para ver si son positivos, a lo que se suma el hecho de que puede haber muchísimas personas asintomáticas que, lógicamente, ni se plantean pedir que les hagan el test. A falta de someter a un test al 100% de la población, el hecho es que no tenemos ni idea respecto al número real de infectados, ni consiguientemente respecto a la mortalidad real del virus, por ejemplo.

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Los pacientes en UCI

El número de pacientes en las UCI también puede resultar engañoso. O sea, en el momento en que las UCI se colapsan deja de crecer el número de pacientes en las UCI, no porque haya menos pacientes graves, sino porque si sólo hay 100 camas UCI el número de pacientes en camas UCI ya no puede ser superior a 100, aunque haya 500 que necesitarían estar en la UCI. Tampoco podemos fiarnos por tanto de la ocupación de camas UCI.

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Hablando de las camas UCI, la disponibilidad de camas UCI en Navarra seguramente está ya desbordada o debe estar a punto de estarlo. Por un lado tenemos el hecho no desmentido con cifras de que no hay mayores de 79 en las UCI navarras. Por otro lado tenemos los crecientes datos de infectados por coronavirus ingresados en una UCI. El viernes había 75 infectados por el coronavirus hospitalizados en las UCI navarras, ayer lunes eran ya 96. La presidenta Chivite afirmó la semana pasada que, aunque ampliable, el número de camas UCI existentes en Navarra era de 120. Es decir, la situación real es que el 80% de las camas UCI ya están ocupadas por infectados con el coronavirus, que el número de ingresados en las UCI no para de crecer y que obviamente hay otros pacientes sin coronavirus que también necesitan una UCI, como en tiempos normales.

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Los muertos tampoco son fiables

En ultimo término podría pensarse que al menos las cifras de muertos son fiables: pues tampoco. Ni se cuentan todos, ni de la misma manera en todas partes, ni se les hacen más test a los muertos que a los vivos en una situación de carencia generalizada de test para diagnosticar el coronavirus. El dato sólo está claro cuando muere alguien ya previamente diagnosticado como positivo.

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En la misma Navarra un informe de Instituto de Salud Carlos III apunta a que el número de fallecidos a causa del coronavirus podría ser el doble del que se está manejando. La duda aflora cuando se compara la mortalidad de las últimas fechas con la de los años anteriores. Existe una diferencia notable que no se explica sólo con el número oficial de fallecidos por el coronavirus.

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Todo lo anterior invita a ser cauteloso con las cifras y las conclusiones que se pueden extraer de esas cifras. Sin embargo, tampoco se pueden echar totalmente en saco roto los datos que van llegando desde Italia o incluso los que se pueden empezar a apuntar de manera un poco preliminar desde España. El flujo de nuevos infectados parece haberse estabilizado y parece lógico esperar algún efecto del confinamiento relativamente severo y las medidas de protección y distanciamiento. Lo que también parece absurdo es pretender que a partir de datos imprecisos podamos disponer de un cuadro preciso de lo que está sucediendo.

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