La cultura de la muerte y la reacción eslovaca

El Grupo del Visegrado viene a ser una referencia en Europa por la oposición generalizada hacia invasiones migratorias islámicas (dependiendo de la zona pueden pesar más los principios nacionalistas o de lo que se puede considerar como principio católico pro traditio).

Empero, en lo concerniente a la defensa del no nacido, parece que no hay esa especie de “homogeneidad legislativa aproximada” de territorios históricamente hispanos del Sur de los Estados Unidos (Texas, Alabama y Florida, por ejemplo).

Sabido es que los polacos son quienes se llevan el premio al compromiso aguerrido con la dignidad humana (los húngaros no han venido a ser tan activos en estas cuestiones) mientras que los checos son los más silentes en estas cuestiones.

La antigua Checoslovaquia, otrora parte del Imperio Austro-Húngaro, destaca por una especie de división social religiosa bastante notoria. Lo que actualmente es Chequia viene a ser el territorio europeo con mayor proporción de ateos (seguida de Estonia y los Países Bajos).

Mientras, en “la región derecha”, la actual Eslovaquia, no solo se habla una lengua con ligeras variaciones gramaticales, sino que hablamos del segundo país más católico del Visegrado, pese a estar veinte puntos por debajo de los polacos y no ser tan activos y contrarrevolucionarios.

Eso sí, habitualmente ha ocurrido lo que actualmente es común en la Península Ibérica: ausencia de la defensa del derecho a la vida del no nacido en el debate público y social, lo cual siempre es determinante en las leyes que rigen en el territorio en cuestión.

La legislación eslovaca actual, en materia abortista, y vigente desde la era en la que el país se sometió al yugo del comunismo, se basa en una ley de plazos que autoriza cualquier práctica lesiva contra el no nacido hasta las doce semanas de gestación.

Ahora bien, la reacción social parece que empieza a ser prueba de una sociedad que a lo mejor habría empezado a despertar y que, al igual que nuestros hermanos hispanoamericanos (principalmente, brasileños y argentinos), nos marcan el camino.

Cincuenta mil personas toman las calles de Bratislava en contra de la cultura de la muerte

Hace dos fines de semana (precisamente, el pasado día 22 de septiembre), decenas de millares de personas salieron a las calles de Bratislava, la capital eslovaca, para exigir la prohibición total de la clase de genocidio humano en cuestión.

Vino a responder a un debate parlamentario (organizado el pasado día 25) sobre hipotéticas reformas legislativas orientadas a una reducción del plazo hasta las seis u ocho semanas de gestación o, en el mejor de los casos, la ilegalización absoluta.

De hecho, de acuerdo con un sondeo de opinión reciente, casi un treinta y cinco por ciento de la población eslovaca (más de una tercera parte) vendría a ser favorable a un grado mayor de protección legal del no nacido.

Las expectativas serán directamente proporcionales al esfuerzo social

En el corto plazo no ha habido cambios, lamentablemente. Solo un veinticuatro por ciento del órgano legislativo unicameral (las formaciones Somos Familia, Gente Normal y Partido Popular de Eslovaquia) votó en defensa del no nacido.

La coalición de gobierno formada por socialdemócratas anti-inmigración y nacionalistas de centro-derecha prefirió preservar la actual legislación. No obstante, los eslovacos no están en momentos de dar marcha atrás, sino de seguir trabajando.

Al norte de los Montes Tatras está el ejemplo más cercano: pese a las continuas traiciones de Ley y Justicia, las iniciativas sociales pro-vida de los polacos no dejan de ganar impulso así como una relevancia bien entendida (no ha habido ocasión para la rendición).

Asimismo, en Argentina, las últimas manifestaciones pro-vida han tenido bastante afluencia mientras que, en Brasil, para la victoria del conservador Jair Bolsonaro, fueron decisivas las acciones de la Iglesia así como de organizaciones conservadoras de la sociedad civil.

Dicho esto, hay que aprovechar todos los campos de batalla (iniciativas legislativas, acciones sociales, conferencias, manifestaciones a pie de calle, entornos de la Web 2.0), sin complejos, en pro de la Verdad, para que la dignidad humana goce de un respeto mucho mayor por allá.

 

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