¿Hay que facilitar la investidura de Pedro Sánchez? Durante décadas los separatistas han gozado en España de la increíble ventaja que les daba el propio sistema de poder condicionar a la mayoría de los gobiernos (tanto de derechas como de izquierdas) gracias a unos pocos escaños en el Congreso. Los separatistas han aprovechado ese enorme poder que les daba el sistema para reventarlo desde dentro. Peor aún: han aprovechado el sistema no ya para reventar el sistema, sino para reventar la nación.
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La incapacidad de los grandes partidos para llegar a un acuerdo que pusiera fin a este asunto, que ha acabado con la bodevilesca (pero pudo ser trágica) declaración de independencia de la república catalana, nos coloca ahora en la tesitura de reflexionar sobre si es mejor una investidura de Pedro Sánchez dependiente de los separatistas o facilitarle esa presidencia para que no tenga que depender de ellos. ¿Qué es mejor para los partidos del centro-derecha? ¿Qué es mejor para España?
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En realidad, la pregunta primera quizá sea qué quiere el propio Pedro Sánchez. ¿Quiere o no quiere gobernar con los separatistas? Si no quiere una alternativa, no tiene sentido el debate. No merece la pena reflexionar sobre ofrecer al PSOE una alternativa que el PSOE rechazaría.
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Si, no obstante, el PSOE estuviera interesado, no tendría sentido que el centro-derecha le ofreciera una alternativa sin imponer algunos límites. Por ejemplo, cortar relaciones con los separatistas. No tiene ningún sentido aupar al PSOE a la presidencia para que a continuación el PSOE empiece a gobernar de la mano de los separatistas, que era justo lo que se trataba de evitar.
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Facilitar al PSOE la investidura como fuerza más votada y para no tener que depender de los separatistas debería implicar, por otra parte, un cierto compromiso de que el PSOE, en el futuro, correspondería de igual modo si fuera un partido de centro-derecha el más votado y el colocado en tesitura semejante. Alternativamente, habría que abrir un debate sobre la segunda vuelta, las listas abiertas, la modificación de la ley electoral o cualquier otra que ayude a resolver este problema del que al fin parece que al menos somos conscientes que lo tenemos.
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Que el PSOE necesite de una abstención del centro-derecha para poder gobernar también implica que el PSOE no tiene mayoría absoluta, ni por sí mismo ni con Podemos, por lo que una ayuda en este sentido tampoco podría desembocar en un gobierno a pachas entre PSOE y Podemos como si fuera Podemos el que le facilitara la investidura o como si PSOE y Podemos tuvieran mayoría absoluta.
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Tampoco parecería lógico apoyar al PSOE en el Congreso para evitar que lo condicionen los nacionalistas y que a continuación el PSOE ponga gobiernos como el de Navarra a depender completamente de lo que decidan no ya los nacionalistas, sino hasta Bildu.
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Consideradas todas estas cosas, y quizá otras, a lo mejor era un debate que tenía sentido abrir y sobre el cual reflexionar desde el centro-derecha, para vistos los pros y los contras decidir que sí o decidir que no.
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Que por otro lado no deja de resultar irónico que todo este debate se abra en torno a la investidura de un sujeto que precisamente es famoso por su “no es no” a facilitar un gobierno del PP en minoría, que se enfrentó a su partido por facilitar ese gobierno, que volvió derrotando a sus compañeros de partido reprochándoles que hubieran facilitado ese gobierno, y que montó una moción de censura contra ese gobierno de la mano de los separatistas. Ahora es él quien pide que se le facilite un gobierno en minoría y que no se le diga a él que “no es no”. Si es que realmente lo pide. Porque en este teatrillo que es la política nacional a lo mejor de lo que se trata desde el principio es de echarse en brazos de los separatistas, pero haciendo que parezca que no te ha quedado más remedio, simulando que pides ayuda al centro-derecho, pero sin ninguna intención real de llegar a un acuerdo.
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El resultado de la propia encuesta revela que efectivamente el nacionalismo va a seguir marcando los tiempos de España.
Los partidos mayoritarios tienen la opción de dirigir el país sin la participación de los nacionalistas y sin necesidad de la tan mencionada reforma del sistema de cómputo de votos.
Basta con un pacto público entre caballeros de que el que gane las elecciones, será el que gobierne.
La realidad es que nuestros políticos son maestros en la mentira y el ocultamiento ya que nunca actúan por los principios que dicen defender. Ciudadanos no quiere evitar el avance del nacionalismo. Quiere ser el nuevo PP y entrar en el juego de la alternancia en el Gobierno con el PSOE. El PP no quiere perder su posición y por eso no quiere hacer de bisagra para favorecer un Gobierno del PSOE.
Utilizan la bandera y un sinfín de sentimientos nobles quienes menos creen en ella y quienes antes la venden por un puñado de monedas (en Suiza).
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Y yo sin leerme el “manual de resistencia”, para saber que hará. La biblia del superviviente masterchef sin oficio ni beneficio.
¿Tendrá PS alguna característica adicional que lo haga diferente?, o solo será un ZPx2 con actuaciones a golpe de encuesta.
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