Marine Le Pen y Laura Pérez apoyan a los chalecos amarillos

El Parlamento de Navarra, siempre atento a dedicar el tiempo, medios y presupuesto que le sobra en emitir declaraciones irrelevantes sobre lo que pasa en el mundo, aprobó ayer un texto mostrando su solidaridad con el movimiento de los chalecos amarillos y sus “legítimas reivindicaciones”, presentada por Podemos-Ahal Dugu Orain Bai y por Izquierda-Ezkerra.

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La declaración institucional aprobada dice lo siguiente:

“El Parlamento de Navarra muestra su solidaridad con el movimiento de los chalecos amarillos y sus legítimas reivindicaciones contra las políticas neoliberales que abocan a la pobreza a miles de personas”.

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A favor de la declaración votaron Geroa Bai, EH Bildu Nafarroa, Podemos Ahal Dugu Orain Bai, e I-E; en contra votaron votado UPN y PPN; y se abstuvo el PSN.

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El grupo de Laura Pérez lamentaba que, por culpa de la abstención de Geroa Bai, no hubieran prosperado otros dos puntos en los que se rechazaba “el silencio y la manipulación mediática” sobre este movimiento (anque o se silencia o se manipula, una de dos), y que el movimiento de los chalecos amarillos es un dique “frente al auge de la extrema derecha en Europa”.

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Analizando por partes los tres puntos, lo que en primer lugar nos encontramos que caracteriza a los chalecos amarillos es la extrema violencia que se está desatando en Francia desde hace meses a cuenta de este movimiento. Un movimiento que pretende que el gobierno y el parlamento francés, que emanan del derecho al voto de todos los franceses, se ponga al dictado de sólo las decenas de miles de personas que secundan este movimiento. O sea que este movimiento, en vez de redactar sus propuestas en un programa y presentarlo a las elecciones, a ver el respaldo democrático que tiene, pretende quemar coches y cortar carreteras hasta que se aceptan sus propuestas o prolongar indefinidamente el uso de la violencia, y el Parlamento de Navarra apoya esto y lo observa con simpatía y ternura.

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Naturalmente las fuerzas de progreso del Parlamento de Navarra apoyan este movimiento porque la extrema izquierda española sólo rechaza la violencia cuando no es la extrema izquierda quien la utiliza. Imaginen lo que diría la extrema izquierda si los de VOX se pusieran unos chalecos y se dedicaran a cortar carreteras hasta que se aprobara un texto con sus “reivindicaciones legítimas”.

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Lo de condenar las políticas noliberales que abocan a la pobreza al personal resulta un tanto llamativo teniendo en cuenta de que hablamos de Francia, donde hay pobreza pero no hambre ni desabastecimiento, y esto lo dicen personas cuyo modelo no neoliberal son Cuba, Venezuela o Nicaragua. La violencia sólo es violencia cuando no es la extrema izquierda quien la utiliza, y la pobreza no es pobreza cuando asola a los países no capitalistas, que casualmente son los más pobres del mundo. No negaremos que los países capitalistas tienen sus problemas pero en Francia, a diferencia de Venezuela, la gente come de verdad 3 veces al día.

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Queman contenedores… entonces serán de los nuestros

Lo más llamativo, sin embargo, es que no está muy claro si los chalecos amarillos se nutren de y favorecen a la extrema izquierda o bien a la extrema derecha francesa. Es decir, en realidad no está muy claro lo que quieren los chalecos amarillos (sus propuestas son un galimatías) y, como la extrema derecha francesa (a diferencia de VOX) es muy estatalista, en realidad sucede que las reclamaciones de los chalecos amarillos las hace suyas en buena la extrema derecha francesa y viceversa, al punto que según algunas encuestas la mayor parte de los chalecos amarillos simpatiza con Marine Le Pen y son votantes de extrema derecha, pero el Parlamento de Navarra los apoya bastante. Quizá es que a la extrema izquierda que nos gobierna le pasa como a Laura Pérez, que ve unos tipos tirando piedras a la policía y no puede evitar plantarse frente a los gendarmes con su carné de tránsfuga y ponerse de su parte. Porque la violencia es la expresión de un conflicto político y el que tira una piedra no es por tanto un maleante sino un ideólogo. Distinta cosa es que en algunos asuntos los chalecos amarillos puedan tener sus razones para protestar o que su protesta sea la expresión del fracaso de un modelo político (no precisamente neoliberal) que en Francia se viene tambaleando durante años.

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