¿Y qué hacemos con los monstruos?

El asesinato de Laura Luelmo, al menos a la luz de los datos que fragmentariamente se van publicando, cada vez resulta más aterrador a la par que perturbador. Aterrador porque la chica, según informan los medios apelando a los resultados de la autopsia, murió hasta dos días después de que se le diera por desaparecida. Huelga insistir sobre el horror que debió sufrir esta mujer. Perturbador porque todo el mundo sabía, y desde luego la policía, que había un asesino, hermano de otro asesino, que era vecino de la chica, y que ambos hermanos habían estado en la cárcel por matar mujeres previamente. Hasta la víctima, hablando con su novio poco antes de ser asesinada, le había dicha que le daba miedo su vecino. Existía por tanto desde el minuto uno una flecha gigante indicando la casa del vecino. No hacía falta ser el teniente Colombo para empezar la investigación, o una línea de investigación, justo por esa casa y esos vecinos. Hasta el jefe de policía de los Simpson lo hubiera visto.

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¿Ha sido eficaz la labor policial?

Según lo que se sigue publicando, que a lo mejor al final no es exactamente así pero son los datos que ahora mismo manejan los medios, durante los dos días pavorosos que la chica estuvo viva en manos de su asesino resulta que podría haber estado en la propia casa del vecino sospechoso, al lado de la casa de la víctima. El asesino, además, podría haber trasladado después el cadáver de Laura hasta el lugar donde fue encontrado. ¿Nadie registró su casa en busca de Laura? ¿Nadie siguió a este tipo que era lo más importante que tenía que hacer la policía en toda España?

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Insistiendo en que todas estas informaciones, o parte de ellas, pueden ser preliminares, confusas o directamente falsas, cabría preguntarse si realmente la policía o la Guardia Civil han hecho esta vez muy bien su trabajo.

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Recordemos también la detención de “el chicle”, en la que al final fue una acción fortuita, tras meses de investigaciones infructuosas, la que permitió acabar deteniendo al criminal tras intentar secuestrar a otra chica metiéndola en un maletero, intento frustrado por la propia chica y unos ciudadanos.

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Si a todo eso le sumamos el hecho de que, efectivamente, como se temía, el sospechoso es un tipo que ya había asesinado a una anciana años antes, en otro caso de una crueldad estremecedora, hermano de otra alimaña también asesina, al fallo en el ámbito policial habría que sumar el fallo en el ámbito penitenciario y en el ámbito legislativo y político. No hay que enseñar a los monstruos, hay que quitar de la circulación a los monstruos.

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Como era de esperar, el día de ayer, y el de hoy y los venideros se van a convertir en una eclosión de falofobia, y los mismos que acusan a unos de utilizar el caso para reabrir el debate de la cadena perpetua, utilizan ellos mismos el caso para convertir a todos los hombres en sospechosos que viven con una pulsión de matar mujeres para sentirse superiores, por lo que hay que reeducarlos o encarcelarlos a todos, y por supuesto dejar en suspenso el derecho a la presunción de inocencia del género masculino. Con los hombres inocentes en general no, pero con los hombres en concreto que sí han matado a una mujer y luego a otra, en cambio, hay que ser comprensivos, no debatir en caliente y evitar meterlos en la cárcel de por vida para impedir que sigan matando. A Laura Luelmo la ha matado aparentemente un sujeto juzgado y condenado por gente que no creyó en la cadena perpetua. Pero no hay que centrarse en el hombre que la mató o en que con la cadena perpetua Laura estaría viva, sino que hay que centrarse en señalar a todos los hombres que no son culpables de haber matado a Laura, no nos despistemos con el verdadero asesino.

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La vicepresidenta Carmen Calvo venía a decir ayer en el Parlamento que todo el que no piense como ella es un asesino de mujeres, y además un xenófobo, un homófobo y un antropófago. La ministra Calvo ni siquiera es muy original porque Twitter y las columnas de la prensa de izquierda hierven con ese mismo argumentario. Por el contrario, quien piense que acabar con los asesinatos o con el mal en general es simplemente una cuestión de educación, o de ideología, que nos diga bajo qué gobierno en España ha dejado de haber asesinatos. Bajó qué gobierno en qué comunidad ha dejado de haber violaciones y robos. Es más, en qué país ha dejado de haber policía gracias a obligarle a todo el mundo en el colegio cuando era pequeño a leer unas ideas escritas en un cuadernillo. La fórmula para acabar con la violencia y el mal en general debe ser una fórmula secreta que sólo conocen los progresistas españoles, porque no hay ningún país en el que no haya asesinatos de mujeres, o asesinatos en general. Y además de secreta la fórmula debe ser nueva, porque los gobiernos centrales y autonómicos progresistas que ha habido en España no la han aplicado con éxito jamás hasta ahora.

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El silencio de las femizurdas sobre que el asesino sea un reincidente

Por lo demás, la discusión puede ser si las mujeres pueden ir a la hora que quieran, como quieran, por donde quieran, pero debería ser más aún si las mujeres pueden pensar lo que quieran, cuando quieran y como quieran, o sólo lo que les permita, cuando se lo permita, si se lo permite, la minoría de mujeres del colectivo femizurdo. Que a su vez son marionetas de los partidos de izquierdas que creen que pueden sacar votos de la guerra de sexos. Por eso ningún colectivo feminista, o sea femizurdo, se va a manifestar a favor de la cadena perpetua el día después de que un asesino excarcelado mate a otra chica. No interesa. No han recibido instrucciones a ese respecto.

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Y efectivamente, la cadena perpetua tampoco servirá acabar con los asesinatos en general o los de mujeres en particular. Es decir, no servirá para impedir que una alimaña humana cometa su primer asesinato; pero mira, sí servirá para impedir que cometa el segundo.

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Comentarios (2)
  1. Urko Jon says:

    Sería muy interesante saber cuántas personas son asesinadas al año por asesinos reincidentes que han salido de la cárcel. Asesinatos que se habrían podido evitar si hubieran permanecido en ella. Pero parece que hay muchas “dirigentas” más interesadas en hacer carnaza ideológica con estas muertes que en salvar vidas.

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  2. Javier31 says:

    Les viene muy bien meter miedo a la gente, porque si tiene miedo la manipulan mucho más fácilmente. Vemos televisiones que insisten en los detalles más escabrosos del tema, y consiguen que sus espectadores acaben aterrorizados, y a continuación sacan a un “experto” que da sus conclusiones. Es toda una técnica de manipulación para crear opinión pública.
    Por otro lado en España mueren diariamente unas dos mil personas. ¿Qué ocurre con las 1999 restantes? ¿No hay más noticia que ésta? En los medios hay quien elige esta muerte y descarta el resto.

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