El Día de la Eliminación de la Violencia contra la mujer

Ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con sus consiguientes marchas, artículos, editoriales y comunicados. Ayer también murió asesinada una mujer por su pareja, ambos de origen senegalés. Exactamente un tercio de los denunciados por violencia de género son hombres nacidos fuera de España. No se incluye a los denunciados nacidos en España de origen inmigrante.

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Las estadísticas también resultan llamativas a la hora de analizar la violencia doméstica. Por su propia definición legal, la violencia de género sólo la pueden cometer hombres sobre sus parejas femeninas. Si una hija agrede a su madre, o una madre a sus hijos, o una esposa a su marido, esa violencia cae en el epígrafe de violencia doméstica. En este caso, el reparto de culpabilidades por géneros se encuentra mucho más igualados, siendo un 42% las condenas sobre mujeres por casos de violencia doméstica.

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De todos los homicidios cometidos en España, nos encontramos con que el 89% los cometen hombres. Si nos referimos en general a la comisión de todo tipo de delitos, el 80% los cometen hombres. Es decir, no es que los hombres cometan el 90% de los casos de violencia en pareja pero el 50% de los delitos en general, sino que los hombres cometen el 80% de los delitos en general. Puede ser por tanto un error deducir que cuando los hombres ejercen violencia contra una mujer lo hacen por ser mujer,  puesto que en general el que comete un delito siempre es un hombre, sea cual sea el delito y sea cual sea la víctima. No es por tanto una cuestión de machismo. Abundando en la idea anterior, en 2017 fueron asesinadas en España 282 personas, 178 hombres y 104 mujeres. El 90% de las mujeres asesinadas lo fueron por un hombre. Pero es que el 90% de los hombres asesinados también lo fue por un hombre.

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El nacionalismo no mata. Todos los vascos no son ETA. Cuidado con los tíos. El machismo sí mata

Es curioso que, por ejemplo, frente a los atentados de ETA se nos señalaba insistentemente que no se podía confundir al terrorismo nacionalista con todos los nacionalistas. O que no se podía confundir al terrorismo vasco con los vascos. También se nos insiste permanentemente en que no se puede confundir al terrrorismo islamista con el islam ni los musulmanes. Sin embargo, el criterio cambia totalmente cuando se trata de la violencia de género. Entonces sí se puede hablar de violencia machista. Del heteropatriarcado. De una violencia estructural creadad por los machos. De la responsabilidad de los hombres en todos los asesinatos. De la maldad esencial y generalizada del macho. De la necesidad de llevar a cabo una reprogramación mental generalizada del macho.

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El sesgo en el lenguaje contra los hombres

En otro orden de cosas, se nos dice que si buscamos la palabra “blanco” en el diccionario de la RAE, la definición nos habla de un color, pero que si buscamos “negro” pone que es algo “muy sucio”, o “que se desarrolla en un ambiente criminal y violento”, o que se dice de “una sensación negativa”, o que es algo “infeliz, infausto y desventurado”, o que se dice de ciertos ritos “que invocan la ayuda o la presencia del demonio”. Esto es así, nos explican, por el racismo que impregna el lenguaje y por todo el camino que tiene aún que recorrer la RAE en la normalización del idioma. Sin embargo, si en ese mismo diccionario buscamos “feminismo”, se nos dice que es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, mientras que el “machismo” es la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. ¿Por qué se llama feminismo al igualitarismo? Si el feminismo es la lucha por la igualdad, ¿cómo se llama a quienes piensan en una superioridad moral de la mujer frente al hombre? ¿Por qué al definir machismo y feminismo hay un claro sesgo a favor del feminismo? ¿Por que todo lo que tiene que ver con madre, femenino o mujer tiene un sesgo positivo y todo lo relacionado con macho, hombre, padre o hetero tiene un sesgo negativo y siniestro?

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El heteropatriarcado es un mito

Pese a lo que pueda parecer, los hombres nunca se han reunido en un lugar secreto para decidir cómo gobernar el mundo. Ningún hombre, excepto quizá Soros, recibe citas para este tipo de reuniones. El 99,9% de los hombres jamás ha estado en una reunión de este tipo. La forma en que se trata a las mujeres no es por tanto el resultado de una reunión secreta de los hombres para decidirla. No hay un lugar en que se reúnen todos los hombres del mundo para tomar esa decisión. No hay un día al año en que todos los hombres son consultados para ver lo que se hace con las mujeres. El heteropatriarcado sencillamente no existe. Lo que sí ha existido durante mucho tiempo y seguramente ahora y acaso siempre es un reparto de roles. Existe un dimorfismo sexual. Existen diferencias biológicas. Por eso también seguramente la mayoría de los delitos y la violencia la ejercen los hombres, tanto contra mujeres como contra otros hombres. Las mujeres se quedan embarazadas. Las mujeres son físicamente más débiles. Las mujeres no van a la guerra ni a cazar animales salvajes y peligrosos. En un mundo en el que la fuerza física del hombre es mayor y la fuerza física era determinante en muchos aspecto de la vida, la guerra y las tareas con más riesgo físico las han asumido casi en exclusiva durante la historia los hombres, mientras las mujeres cuidaban del hogar, de los hijos y dormían seguras y calientes. Eso no es el heteropatriarcado. Eso no es la opresión de los machos. Eso era un reparto lógico en un momento histórico. No particularmente beneficioso para el hombre (las mujeres y los niños primero, se aplicaba en los naufragios). No existe una conspiración machista. Seguramente siempre son conflictivas las transiciones de un momento histórico a otro. Los cambios, necesarios, tampoco ocurren de golpe. Seguramente estamos en uno de esos momentos. Pero de ningún modo esos cambios y esas transiciones las dirige el conjunto de los hombres en su beneficio, mediante reuniones y deliberaciones secretas de todos los machos, para fastidiar a las mujeres.

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La mujer, en este supuesto sistema heteropatriarcal y opresor en que supuestamente vivimos, cuando se disuelve una pareja, incluso por decisión unilateral de la mujer, se queda con los hijos, se queda con la vivienda común, y se queda con la mitad del sueldo del hombre, que además se queda tirado como un perro, viendo como acaso, además, otro hombre entra a vivir en su casa, con su mujer, con sus hijos y con su sueldo. Ayer mismo, Diario de Navarra publicaba el testimonio de un catedrático y experto en psicología forense y criminal que, además de todo el repertorio de coas razonables o políticamente correctas, añadía datos para la reflexión como que el 30% de los hombres que asesinan a sus mujeres a su vez se suicidan, o que “si tras una separación el hombre se queda sin la casa, sin los hijos o la mujer se ha ido con otro, el riesgo de violencia hacia ella es mayor”.

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Elementos positivos en el feminismo actual. La guerra de sexos es absurda

Elementos positivos, por otra parte, también ha habido entre las movilizaciones feministas de las últimas horas. Por ejemplo, se han visto muchas pancartas y muchos mensajes contra la prostitución o los vientres de alquiler. Si algún día se avanza más en la corresponsabilidad del hombre hacia el embarazo y en contra del aborto, tal vez se puedan sacar muchas cosas buenas de todo esto. Máxime cuando a las mujeres y los hombres no nos interesa pelearnos sino entendernos. Nuestros intereses son comunes. No podemos ser felices o muy difícilmente los unos sin las otras. Todos queremos a nuestras madres y a nuestros padres. A nuestros hijos y nuestras hijas. A nuestras hermanas y nuestros hermanos. Y queremos todo lo mejor para ellos y ellas.

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STOP machofobia

Para rematar todo este mosaico de reflexiones en torno al machismo, el feminismo y la violencia de género o como queramos llamarla, el año pasado fueran asesinadas 44 mujeres por sus parejas masculinas. Es decir, de entre 22 millones de hombres sólo hubo 44 que mataron a su pareja femenina. Es decir, hay 21.999.956 hombres en España el año pasado que no asesinaron a su pareja. Los hombres no se dedican por norma general a matar mujeres. Hay muchos más hombres protegiendo mujeres que matando mujeres. Frente a una violencia machista, existe una abrumadora no violencia machista. Por lo demás es mucho más probable que una mujer muera por suicidio (907), por una caída accidental (1.420), por un accidente de tráfico (442), por un incendio (78), por envenenamiento accidental (54) o por atragantamiento y ahogamiento (1.320) que asesinada por su pareja masculina (44). Es más, incluso en el caso de ser asesinada, es más probable que sea asesinada por un hombre extraño en un atraco que por su pareja. Desde luego no es que no haya un problema con los asesinatos de mujeres pero, sin negarlos, es preciso ponerlos en perspectiva y cuestionar algunos discursos que se elaboran a partir de estas muertes de manera oportunista, por motivos absolutamente discutibles y puramente ideológicos.

 

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