La izquierda abertzale marca a los vecinos del Casco Viejo que no están a favor de los presos de ETA

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Este sábado, un colectivo afín a los presos de ETA se ha manifestado por las calles del Casco Viejo reclamando la “vuelta a casa” específicamente de los presos de ETA no arrepentidos y fieles a la ortodoxia de la banda. Antes el insoportable dolor de la dispersión a que se arrepientan. A lo largo de la semana pasada, como calentamiento de este acto, el Casco Viejo permaneció inundado de carteles y pancartas que aparentemente el Ayuntamiento no hizo nada por retirar. El autobús naranja de Hazte Oír es un termómetro que sirve para medir la diferencia entre cuando las instituciones quieren impedir algo o no. Casi todo lo que no recibe el nivel represión del autobús naranja es que las instituciones lo toleran, ya sea el recibimiento ongi-etorri a un etarra o una iniciativa de las características tan peculiares que a continuación se relatan.

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En España no hay manifestaciones a favor de ningún colectivo de presos que no sea de ETA. Eso dice bastante de los colectivos que se manifiestan a favor de los presos de ETA. Es más, como decíamos, los colectivos que se manifiestan a favor de los presos de ETA no se manifiestan a favor de todos los presos de ETA, sino sólo de aquellos que no se han arrepentido, que no han condenado la violencia, que no han pedido perdón a las víctimas y que permanecen fieles a la ortodoxia de ETA.  Para el acto del sábado, sin embargo, se cruzó una frontera aún más siniestra.

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Una posible lista de negra de vecinos

Para el acto del sábado a favor de los etarras no arrepentidos, se pidió a los vecinos de cada portal que se inscribieran en un registro mostrando su apoyo y se hicieran una foto de grupo, calle por calle. Es decir, según denuncia UPN todos los vecinos fueron requeridos a posicionarse públicamente y los organizadores del acto saben ahora qué vecinos apoyan a los presos y cuáles no. Hay que decir que la lista será larga, porque pese a todo pocos vecinos secundaron la iniciativa de apoyo a los presos etarras.

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Esta forma de actuar no resulta inédita, puesto que es frecuente que ante un acto de la izquierda abertzale aparezcan grupos pasando una hucha por los comercios de la zona. Al comercio que paga se le pone una pegatina, disminuyendo las posibilidades de que, cuando haya una jornada de kale borroka, se rompa la luna del escaparate o se arroje un artefacto pirotécnico a su interior con el nombre escrito del establecimiento, por ejemplo.

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A este respecto, Enrique Maya ha calificado de “indecente” esta campaña en lo Viejo de la izquierda abertzale, “obligando a los vecinos de cada calle a firmar un documento y a sacarse una foto en apoyo a los etarras para poder ver perfectamente quién está con ellos y quién no”.

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La Pamplona de los marcados, la Pamplona del cambio

UPN ha denunciado que, lejos de defender a los vecinos de este señalamiento, el Ayuntamiento de Asirón “No sólo está permitiendo con evidente interés político que los radicales vuelvan a apropiarse del Casco Antiguo, sino que está siendo parte activa del impulso de esta campaña, llegando al punto de traer a una miembro condenada de ETA a intervenir en el Pleno del Ayuntamiento”. La semana pasada, efectivamente, la etarra excarcelada Mariló Gorostiaga, condenada por participar en la colocación de cuatro bombas en la vía férrea Zaragoza-Pamplona, intervino como invitada hablando a favor de los actos del sábado. Esta es la Pamplona del cambio.

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