El Parlamento de Navarra y los niños transexuales

¿Debe “reasignarse” el sexo de un niño de cuatro años?

En primer lugar, debe quedar claro como premisa de cualquier discusión el respeto a las personas. Nadie debe ser insultado, maltratado, golpeado o vejado ni por ser transexual ni por cualquier otra condición personal. Discutir o cuestionarse las cosas, por otro lado, no es faltarle al respeto a nadie. Es por ello que cuando se admite administrativamente el cambio de sexo de un niño de cuatro años o se dice que en Navarra hay cien menores en situación de transexualidad, cabe hacerse preguntas sin que ello suponga una falta de respeto.

Vivimos en una época en la que suceden algunas cosas paradójicas en relación a la sexualidad. Por ejemplo, se acepta como norma que en relación al sexo todo es aceptable y homologable, pero esta norma que digamos que impone una aparente falta de normas a su vez es una norma de una rigidez absoluta. Cualquiera que cuestione que no todo es normal se convierte en una especie de hereje, cayendo sobre él un anatema comparable al que recae sobre cualquiera que rompe un tabú en una sociedad que no trata de aparentar que no tiene tabúes.

Lamentablemente, en un mundo imperfecto como el que vivimos resulta ridículo pretender que en relación con la sexualidad no existe la enfermedad y la anormalidad. En todos los aspectos de este mundo imperfecto existe la malformación, la enfermedad y la anormalidad, no iba a ser de otro modo respecto al sexo. Si alguien nace con tres brazos nadie duda de que es una anormalidad, a nadie se le ocurre decir que tener tres brazos es otra forma de ser normal y que hay personas que tienen dos brazos y personas que tienen tres. Esta extraña forma de razonar es sin embargo la que el pensamiento políticamente correcto aplica sistemáticamente respecto al sexo.

Si nos aproximamos al asunto de la transexualidad, es obvio que hay un problema, una malformación, una discordancia o como queramos llamarlo. Tanto que a la par que se niega la utilización de la palabra enfermedad (aunque la OMS cataloga la transexualidad como enfermedad) se reclama una cirugía para resolverla, lo que resulta bastante paradójico. Como si, por otro lado, padecer una enfermedad fuera algo denigrante o vejatorio y hubiera que ocultarlo.

Que en relación a la identidad sexual hay problemas es evidente. Pensemos por ejemplo en los seres humanos que al nacer tienen vagina y testículos. Aunque no existe un verdadero hermafroditismo en la especie humana y ningún humano se puede embarazar a sí mismo, sí que existen personas que al nacer tienen una duplicidad de órganos, o unos órganos externos diferentes de los internos, lo cual puede generar un lógico dilema identitario. Es absurdo pretender o que estas cosas no existen o que estas cosas no son un problema.

En el terreno psicológico podemos encontrarnos con lo mismo. Si alguien piensa que su sexo anatómico no coincide con su sexo psicológico, ¿objetivamente es un problema o es una nueva forma de normalidad como el hombre de tres brazos? El pensamiento políticamente correcto obliga a pensar que en el terreno de la sexualidad no hay malformaciones ni enfermedades, a diferencia de lo que existe en todos los demás campos de la existencia humana, lo que no tiene demasiado sentido.

Volviendo al caso de los menores transexuales, o al del niño de 4 años con el DNI reasignado con nombre de niña, resulta muy difícil no hacerse algún tipo de pregunta.

¿Qué pasa si una niña de 4 años quiere meterse monja? ¿La metemos en un convento? ¿Le empezamos a llamar sor María? ¿Comenzamos a sospechar que los padres le han inducido a incubar esa idea? ¿Esperamos a ver si a los 18 años sigue pensando lo mismo antes de enclaustrarla? ¿Por qué todas estas preguntas parecerían lógicas si una niña de 4 años quisiera meterse monja pero son políticamente incorrectas si lo que pide la niña es un cambio de sexo?

Evidentemente la respuesta nunca puede ser lapidar a la niña o someterla a un proceso de acoso que termine con su suicidio. Pero entre lapidarla o no cuestionarse nada tiene que haber algún tipo de punto razonable intermedio.

Comentarios (22)
  1. Ispan says:

    Perdone .sr.Ferchu, ¿alguien le ha dicho a vd. que es gracioso?. Espero que no le resulte una falta de respeto.

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  2. jabier says:

    Hombre, Clarete, sus recriminaciones son poco elegantes; no es usted precisamente un Kant moderno como para que sus argumentos y preguntas sean de tan dificil comprensión. Dejemos clara una cosa, usted tiene tanto derecho a formular preguntas a quien quiera, como esa persona de responderlas; no se comporte por lo tanto como un necio, insistiendo en que le respondamos a preguntas, que en el caso de la que usted me planteó ayer, la considero prescindible (no digo que lo sea, digo que YO la considero prescindible).

    Como anécdota, no me hable de déficit de comprensión lectora, cuando mi pregunta está claramente formulada a Mirentxu, que es quien sugiere que mis comentarios en este tema son una broma.

    Y retomando el tema, me alegra que estemos de acuerdo (no esperaba otra cosa) en que es lamentable que adolescentes decidan suicidarse por el acoso y el peso del desprecio social; y por eso mismo, yo creo que está en manos de la sociedad evitar estos comportamientos y actitudes hacia estas personas. Ahí es donde yo veo necesario normalizar socialmente temas como la homosexualidad o, en este caso, la transexualidad.

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  3. clarete 2011 says:

    Por supuesto, Jabier, que mi forma de proceder puede parecerle a Vd. poco elegante teniendo en cuenta que mi interlocutor destila glamour por los cuatro costados y, por supuesto, que es libre de responder o no a mis preguntas; ahora bien, lo que no es de recibo es lo que hizo Vd. cuando le pregunté, responder a lo que yo no le había preguntado en plan de “adondevasmanzanastraigo”. Eso no sé si calificarlo como necedad o cómo hacerlo.

    Por otro lado, en manos de la sociedad está evitar esos comportamientos y evitar cualquier calamidad que podamos poner sobre la mesa, eso es decirlo todo y no decir nada. La clave, como siempre, está en el “como”.

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  4. jabier says:

    Hombre, decir nada, no.

    En mi primer comentario señalaba un problema y una posible causa, que para mi es esa moral ortodoxa que predican algunos y que tiene unas consecuencias sociales que derivan en el desprecio y la humillación hacia los trans y los homosexuales.

    He planteado abiertamente un objetivo, que para mi es la normalización; y he planteado un posible “cómo”, que es la discriminación positiva legislativa positiva.

    Hasta cuando, evidentemente hasta que se consiga el objetivo. Y quien dice cuando se ha conseguido el objetivo, es lo que menos me importa.

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  5. clarete 2011 says:

    O sea, que la solución es aplicar la discriminación positiva desde el BOE (positiva para unos y negativa para otros, claro); o sea, implantar el pensamiento único colectivo, ingeniería social pura y dura como en la China comunista o en la antigua URSS y sus satélites. Y eso, aunque no le importe, difícilmente tiene marcha atrás.

    Nada nuevo bajo el sol. Soluciones (que no son tales) más viejas que la tos. Dios nos libre de los “arregladores sociales”.

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  6. jabier says:

    Es que para mi, respetar a las personas y no estigmatizarlas, no insultarlas ni humillarlas por su condición sexual, no es pensamiento único. No existe ningun derecho a la vejación.

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  7. clarete 2011 says:

    Pero es que yo me refiero al cómo solucionar el problema de la discriminación por inclinación sexual, y la solución no pasa por aplicar métodos de ingeniería social, como imponer desde el BOE el pensamiento único o la dichosa “discriminación positiva”, esos métodos nunca han funcinado.

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