Recortes voluntarios vs recortes obligatorios

Hay dos tipos de recortes posibles.

Por un lado está el recorte que se produce cuando alguien tiene 100 euros para gastar, pero decide gastar sólo 70. Es decir, es un recorte que puede hacer o no hacer, porque tiene el dinero para hacerlo o no hacerlo, y libremente decide hacerlo. Es un recorte voluntario.

Por otra parte, está el recorte que se produce cuando alguien que está gastando 100 euros de repente pasa a ingresar sólo 70. Cuando sucede esto, ya no puede decidir libremente gastar sólo 70, sino que no le queda más remedio que gastar sólo 70. Este es un recorte forzoso.

En España, durante la crisis, no ha habido ningún gobierno de ningún partido que haya llevado a cabo recortes del primer tipo. No hay ningún partido que libremente haya apostado por recortar voluntariamente el gasto teniendo dinero para seguir gastando. Y esto no es algo que se pueda decir a favor de todos los partidos, sino en contra de todos ellos y en contra de la libertad de los electores para poder votar a un partido austero y voluntariamente contrario al permanente gasto expansivo del estado.

En este sentido, Syriza ha recortado el gasto tanto como el Partido Popular, y el PSF de Hollande ha recortado tanto como la UMP de Sarkozy. No existe ningún partido anti-recortes que haya parado los recortes en ningún país de Europa por una sencilla razón, como acabamos de explicar: porque en ningún país de Europa los recortes han sido voluntarios. Por consiguiente, igual de forzados por las circunstancias económicas han tenido que recortar los partidos de derechas como los de izquierdas, los revolucionarios como los del sistema.

Puesto que el resultado en todos los casos ha sido el mismo, recortar, tampoco tiene sentido intentar encontrar diferencias en el discurso. Antes de recortar, todos han intentado subir impuestos. Antes de recortar, todos han intentado que los inspectores de Hacienda buscaran dinero debajo de todas las alfombras. Sólo que esto tampoco ha funcionado en ningún sitio porque, a partir de cierto nivel de estrangulamiento fiscal, la economía se asfixia, la situación se deteriora y la recaudación baja en vez de subir. Recortar gasto es lo último que han intentado todos los gobiernos, por eso ningún partido de izquierda radical ha sido capaz de hacer nada distinto al llegar al gobierno, salvo empeorar ligeramente la situación.

Las únicas diferencias reales que se pueden encontrar no tienen que ver con las políticas efectivas sino con la propaganda, la creación de opinión y el discurso mediático. La izquierda ha recortado igual que la derecha, pero los recortes de la izquierda han sido buenos, han sido sociales, han ido dirigidos a cortar el despilfarro, acabar con el amiguismo y garantizar los servicios esenciales. Naturalmente este es exactamente el mismo discurso que la derecha. Siendo iguales las políticas y siendo iguales los discursos, todo es una enorme farsa en la que todos han sido tan gastadores como han podido, todos han preferido cualquier recorte social antes que cerrar el carísimo canal de televisión local, autonómico o estatal que les jaleaba.

La pregunta final es qué futuro tiene un país en el que no hay gestores que voluntariamente quieran gastar menos. Y en el que, si no los hay, en parte es porque existe una población que, más o menos inconscientemente sólo demanda más gasto, a veces ignorando que lo que generalmente le llega a un bolsillo es un porcentaje mermado de lo que le sacan del otro.