Navarra en la encrucijada: las tendencias

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Transcurridas varias semanas desde las elecciones Municipales y Forales, son múltiples los análisis que se han publicado en una y otra ribera del agitado torrente político navarro. Pocas son, sin embargo, las visiones sintéticas de todo el proceso, que lejos de reducirse a listas, campañas y conteos de parlamentarios y concejales, deberían ampliar el foco para incluir los últimos años, o incluso lustros, de nuestra historia.

No es mi intención escribir un Tratado, breve o no, sobre Historia Política de la Navarra contemporánea. Por varios motivos entre los cuales se encuentran que no soy historiador, que si lo fuera seria tarea para media vida, y que además este escrito pretende quedarse en la categoría de apunte, para no aburrir al respetable.

Constitucionalistas, nacionalistas vascos de mayor o menor saturación cromática y “partidos de adscripción según convenga”. Estos son los tres miembros en los que se podría dividir, poco más o menos, el cuerpo político navarro. Durante décadas la conformación de los sucesivos gobiernos forales ha dado, ora al Partido Socialista, ora a Unión del Pueblo Navarro, la manija de la gobernación foral. Este sucederse de gobiernos ha sido, en no pocas ocasiones, accidentada (recordemos los casos Urralburu, Otano, las idas y venidas de UPN con CDN, PP e incluso PSN en la última legislatura). Creo conveniente hacer una valoración de tendencias, porque de la evaluación de los flujos se pueden extrapolar, poco más o menos, el posible devenir futuro de las cosas.

Y lo que es palmario es que las tendencias que marcan los partidos constitucionalistas en navarra (PSN, PP y UPN) no auguran nada bueno. Ni para dichos partidos, ni por supuesto para la todavía mayoría social de Navarra.

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Fuente de las anteriores ilustraciones: Wikipedia

Fuente: http://www.elecciones2015.navarra.es/13AU/DAU13999CM_L1.htm

El bloque no nacionalista (UPN, PP,CDS,CDN,PSN IU) en sus distintas combinaciones, ha pasado desde los 43 escaños de 1995, hasta los 24 de 2015. En el cálculo de 2015 no incluyo como no nacionalistas ni a IU ni a Podemos, por el simple hecho de que su posicionamiento postelectoral ha sido favorecer gobiernos nacionalistas allí donde han podido. Esto nos deja una tendencia decreciente en la que este bloque pierde, en 20 años el 45% de su representación parlamentaria. Veinte años no son nada, dice el tango, pero dan para mucho.

El bloque UPN-PP toca techo en las cuatro legislaturas que van desde 1999 hasta 2015, con entre 22 y 23 parlamentarios, para perder en las elecciones de 2015 mas de la cuarta parte de su representación parlamentaria, quedando en 17 en conjunto. Si se le añaden los parlamentarios de CDN mientras este partido existio, la caída es más grave: desde un máximo de 27 en 1995 y 2003, hasta los 17 actuales, una pérdida del 38% de representación en 12 años. Tengamos además en cuenta que, de los tres partidos ha desaparecido uno (CDN) y el otro (PP) está en ello, habiendo perdido el 50% de parlamentarios y el 100% de los concejales de Pamplona. Esto dejará muy probablemente a UPN como única fuerza política de centroderecha en las siguientes elecciones, sea cuando sea que se celebren. Nada se arregla, y se pierde un precioso tiempo, pregonando que se han ganado las elecciones y que se es la fuerza más votada. Si, la más votada, pero cada vez menos. El panorama será más sombrío si no se reacciona a tiempo y adecuadamente.

Si grave es la situación en el bloque de centroderecha, se puede tildar de dramática en el Partido Socialista de Navarra. Desde sus máximos en 1991, con 19 parlamentarios, hasta la actual representación, de tan solo 7, se deja el 65% de su representación. Una catástrofe que le ha llevado de gobernar a ser la quinta fuerza. Otro partido en el que la reformulación de su estrategia es perentoria.

El nacionalismo vasco de toda condición, tácticamente aliado en pactos postelectorales, ha logrado una cuota de poder insoñable y, muy probablemente, injustificada desde el punto de vista sociológico. Tradicionalmente se ha dividido en dos tendencias: el posibilista, moderado o democrático (vulgo PNV) y el arriscado (de HB a Bildu en sus múltiples formulaciones, que darían para un volumen de la Gran Enciclopedia Vasca).

En 2011 obtuvieron, respectivamente el 15,41% y el 13,28% de los votos. En 2015 el 15,83% y el 14,25%. En total, un aumento de voto del 1.5% en una legislatura. Traducido a escaños, pasan de 15 a 17. Los mismos que cae el Partido Popular. La mitad de los que cae UPN, los mismos que pierde el PSN. A pesar del espectacular acaparamiento de cargos públicos, lo cierto es que, en lo que al Parlamento de Navarra se refiere (y estoy convencido de que será extrapolable a ayuntamientos de mayor o menor tamaño), el nacionalismo vasco no ha sacado rédito directo del descalabro del bloque constitucionalista. No se han aprovechado del desgaste del bloque constitucionalista. Nadie que fuera constitucionalista se ha convertido en nacionalista. ¿O sí?

Vayamos más atrás, a 2007. El nacionalismo vasco se presenta bajo las siglas Nafarroa-Bai y el inspirador liderazgo de Patxi Zabaleta. El grupo parlamentario tiene 12 componentes, y el porcentaje de voto es del 23,62%. En dos legislaturas, el nacionalismo pasa de 12 a 17, subiendo sus escaños un 41%, y sus votos un 27%. ¿Le cabe a alguien la mas mínima duda de que, de no haberse presentado Podemos, el aumento hubiera sido todavía mayor?.

La tendencia. De nuevo la tendencia. Recuerdo el tiempo en que se hablaba del nacionalismo vasco como una especie de fenómeno pintoresco en la política navarra, con un bloque constitucionalista fiable y amplísimamente mayoritario. Progresivamente se han convertido en la cuarta parte del electorado, y después, en una legislatura, en una tercera parte. Y eso sin tener acceso directo a la gestión de los fondos públicos. ¿Cuántos ojos hacen falta en la cara para ver que la tendencia es inexorablemente favorable a la vertiente nacionalista, y que el horizonte constitucionalista está emborronado de nubes negras?.¿cuántos?

La pregunta definitiva es si el bloque constitucional en general y UPN, fuerza más votada y líder de dicho bloque en concreto están o no dispuestos a realizar el severo examen de conciencia (que no es lo mismo que autocrítica) y los correspondientes actos de contrición. Si están o no dispuestos a cambiar el rumbo que nos ha llevado a este callejón, cuya salida todavía existe pero que se está estrechando por momentos. Pero esto será materia para otro artículo.