¿Es un chollo ser empleado público?

Durante muchos años, en España, el sueño de muchos jóvenes y sus madres no era llegar a ser astronauta, ni futbolista, ni desde luego empresario. ¿Millones de opositores pueden estar equivocados? El sueño del españolito medio era llegar a funcionario. Tan terrible no sería. Nunca dejaron de presentarse a cualquier oposición muchos más aspirantes que plazas disponibles. Nunca hubo una fuga masiva de empleados públicos al sector privado en busca de mejores condiciones de trabajo. La semana pasada les mostrábamos los datos del INE que revelan que los empleados públicos cobran un 30,8% más que la media (por hacer el mismo trabajo), mientras que los empleados del sector privado cobran un 6,8% menos que el promedio. La brecha entre unos y otros, por tanto, se aproxima al 40%. A partir de estos datos realizábamos el cálculo de lo que nos ahorraríamos si los empleados públicos cobraran como los del sector privado por hacer lo mismo. ¿Pero es cierto que ser empleado público es tan chollo?

Los datos del INE resultan turbativos. Como decíamos, la brecha entre empleados públicos y privados se aproxima al 40%. Una cifra escandalosa no sólo por su insostenibilidad económica sino por mera justicia. ¿Cómo se puede defender que quien financia los sueldos de los funcionarios con su trabajo cobre un 40% menos que ellos?

Cierto es que el cuadro de datos del INE incluye una nota advirtiendo que en la estadística “no están incluidos los funcionarios adscritos a mutualidades”. ¿Pero desvirtúa esto acaso los datos de la estadística?

Por una parte, quedaría por ver si los funcionarios adscritos a mutualidades tienen un salario menor que el resto. Por otro lado, si consultamos las memorias de MUFACE, ISFAS y MUGEJU, descontando a los pensionistas, nos encontramos con que hay 1 millón de funcionarios pertenecientes a ellas. Teniendo en cuenta que el número de empleados públicos en España ronda los 3 millones, al margen de lo que se pudiera deducir de la anterior objeción los reveladores datos del INE resultan directamente aplicables a 2/3 de los empleados públicos. Por tanto son perfectamente expresivos de los salarios en el sector público y de su diferencia con los del sector privado.

El “gap” en Europa entre lo público y lo privado

El debate sobre si los empleados públicos cobran o no demasiado no es un debate meramente español, sino que se produce en toda Europa. Que lo público tiende a crecer por encima de sus posibilidades es un peligro inherente a lo público por al menos dos razones evidentes. Primero porque ser generosos con los salarios públicos es una forma sencilla por la que los políticos pueden mantener electoralmente contento a un colectivo de millones de personas (o de irritarlo, cuando se revisan a la baja como ahora). Segundo porque los salarios públicos no los pagan los políticos de su dinero. El único límite es cuando deja de haber dinero porque el estado llega a una situación de bancarrota, de nuevo como ahora, a la cual la evolución de los gastos de personal en el sector público no habrá dejado de aportar algo más que su pequeño grano de arena.

El siguiente cuadro del Banco Central Europeo, en un estudio que precisamente abordaba la brecha salarial entre el sector público y privado, viene a confirmar los datos del INE respecto a la importante diferencia salarial a favor de los empleados públicos. No sólo eso. También evidencia que la mayor brecha entre lo público y lo privado se produce en España, Portugal, Grecia e Italia. ¿Será casualidad?

gap sueldo funcionarios

Por el contrario, asimismo este cuadro permite comprobar que hay otros países, como la mismísima Francia, en la que los salarios del sector público prácticamente se igualan a los del sector privado. En Bélgica los salarios del sector público son incluso inferiores a los del privado.

Igualar los salarios del sector público con los del privado no sólo es una necesidad económica y de justicia para los trabajadores del sector privado (que están pagando impuestos de más para financiar unos salarios públicos por encima de los suyos), es que además es lo pasa en otros países como nuestra vecina Francia, y sin duda en otros muchos más que no figuran en esta concreta estadística.

Concluimos con otra curiosa estadística. La evolución de los gastos de personal en los Presupuestos Generales de Navarra desde el año 2006. Cuatro datos como resumen:

1-Desde 2006 hasta 2010, los gastos de personal crecieron un 30%

2-Desde 2010 hasta 2012 los gastos de personal sólo se redujeron un 4,3%.

3-Desde 2006 hasta 2012, pese al recorte anterior, los gastos de personal han crecido un 24,7%.

4-En 2012 gastamos en personal 227 millones de euros más que 2006.

gastops

Todo ello a pesar de que estamos hablando de un período marcado básicamente por la caída de ingresos y la crisis.

Noticia relacionada: El esfuerzo del ajuste laboral de la crisis lo padece mucho más el sector privado que el sector público

Comentarios (2)
  1. Bueno, antes de entrar en cuánto cobran unos más que otros, en los que habría que considerar productividad, nivel formativo y funciones desarrolladas, casi mejor evaluar cuántos funcionarios se necesitan y para qué, y hacer un exterminio casi total del funcionario de paquete, del enchufado por diversas vías, del amiguete contratado en la enésima empresa pública para el “loquesea” sobre algo tan importante como la cría de gamusinos en cautividad.
    Esos son los que hacen más daño, y normalmente son improductivos al 100%. Al 200% si encima fueran sindicalistas.

    ¿Te gusta? Thumb up 0 Thumb down 0

  2. Teranleto says:

    Dada la escasa y casi nula profesionalidad de quienes dirigen la Administración, ser funcionario no es un chollo… es un chollazo o chollo al cuadrado. La Administración es imprescindible, pero si estuviera medianamente bien organizada y dirigida, su dimensión se reduciría, como mínimo, un tercio, y sus chollo-empresas-públicas se reducirían en un 75%.

    ¿Te gusta? Thumb up 0 Thumb down 0

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (5 votos, media: 4,00 de 5)
Cargando...

Entradas relacionadas

Dar de baja