Reflexión de José Blanco sobre el aborto y el pecado.

Pepe Blanco explica la diferencia entre delito y pecado.

He aquí algunas de las citas del texto subido al blog de Pepe Blanco:

“Soy católico. Como tal, estoy dispuesto a creer que el aborto es un pecado”.

“Pero antes soy ciudadano y demócrata. Y como tal, no estoy dispuesto a creer ni a admitir que el aborto tenga que ser un delito”.

“Casi todos los delitos son pecado (aunque hay que ver la indulgencia con la que la Iglesia ha contemplado secularmente algunos de ellos); pero lo que es pecado no tiene por qué ser delito. Llevar el catecismo al Código Penal es inasumible por una sociedad civilizada. La mujer que decida libremente interrumpir su embarazo puede ser que vaya al infierno; pero de ninguna manera tiene que ir a la cárcel”.

“No hay ninguna amenaza eclesiástica que pueda inducirme, como miembro del Parlamento, a promover una legislación que convierta en delincuentes a las mujeres que quieren decidir sobre su maternidad”.

Una atenta lectura de la reflexión de Blanco, sin embargo, no hace sino suscitar más dudas sobre su postura.

  • Blanco afirma que cree en Dios, incluso cree que el aborto es un pecado. Sin embargo, creyendo en unas leyes nada menos que dictadas por Dios, por alguna razón cuya lógica no parece fácil de entender da prioridad a las leyes de los hombres. Parece mucho más coherente aquel pensamiento de Loquillo que, tras reconocer que si ni siquiera cumplía las leyes de Dios, se preguntaba cómo iba a rebajarse entonces a obedecer las leyes de los hombres.
  • En segundo lugar, de nuevo por alguna extraña razón, Blanco determina que si alguien es ciudadano y demócrata no puede aceptar que el aborto sea un delito. Es decir, que si hubiera una mayoría de ciudadanos que quisieran reconocer legalmente el derecho a la vida, lo democrático según Blanco sería que la minoría lo impidiera. Lo cual parece una interpretación un tanto contradictoria del término “democratico”.

  • En tercer lugar, el ministro dice que lo que es pecado no tiene porqué ser delito, pero por otro lado reconoce que casi todos los delitos son pecado. Es decir, que hay cosas que son delito y pecado, de lo que se deduce que una cosa no tiene que dejar de ser delito por el mero hecho de ser pecado. Sin embargo, aparte de que sea pecado, Blanco no aporta ningún otro argumento para sostener que el aborto no sea un delito. Es de suponer, sin embargo, que no se le ocurriría despenalizar el robo o el asesinato a causa de que además de delitos son pecados.
  • En cuarto lugar, resulta cuando menos llamativo que a don José Blanco le preocupe mucho que una mujer que aborta pueda ir a la cárcel pero no al infierno. De nuevo parece una postura poco coherente si realmente el ministro cree en el infierno. Salvo que crea que la cárcel es peor que el infierno, lo cual sería contradictorio con la idea de infierno.

  • Se deduce también del texto que una mujer decide sobre la maternidad al abortar. Sin embargo, resulta completamente evidente que la maternidad es algo que necesariamente precede al aborto. Es imposible que una mujer pueda abortar antes de estar embarazada. Lo que se decide al abortar, por tanto, no es la maternidad sino la eliminación de la vida del hijo.

  • Por último, el señor Blanco se pierde en disquisiciones partidistas más o menos certeras sobre la hipocresía del PP respecto al aborto. Pero hablando de hipocresía, no deja de resultar inquietante el siguiente pensamiento. ¿Cómo puede el señor Blanco pensar privadamente que abortar es acabar con la vida de un niño y firmar luego la sentencia de muerte como parlamentario o ministro?

La próxima vez, queremos que nos lo explique Coco. Seguramente él no trataría de usar sus creencias religioosas para justificar el aborto.

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