¿Para qué queremos una tele sin anuncios?

Lo mejor de la tele eran los anuncios. ¿Qué vamos a hacer ahora sin ellos? Eran el último reducto de la creatividad, la quintaesencia de la mejor música, el muestrario sociológico de las últimas tendencias, el evangelio de lo políticamente correcto. Sin anuncios correremos el riesgo grave de embrutecernos con las películas clásicas o con los documentales de calidad. Hasta que no vea la tele pública sin anuncios no me lo creeré. No se por qué me estoy temiendo que lo que harán será sustituir la publicidad capitalista por las consignas oficiales del sistema al estilo del "Hasta la victoria siempre" cubano. Y no será lo mismo, porque hay que hilar muy fino para que no se descubra la manipulación ideológica en un anuncio gubernamental. En ese sentido era mucho más útil la manipulación ideológica subcontratada en los anuncios no-gubernamentales. Esos gestos, esos personajes, esos diálogos picantes y vivarachos de los mejores anuncios eran la radiografía de nuestro tiempo. Los perdemos ahora en la televisión pública y no es que los vaya a echar mucho de menos, lo peor de todo es que van a dejar más espacio para todo lo demás.

Jerónimo Erro

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