ETA sigue apostando por la violencia en su último Zutabe.

ETA vuelve a desmentir con las palabras y los hechos a aquellos que aseguraron haber “verificado” la voluntad de la banda terrorista de poner fin a la violencia. En la memoria de todos queda aquella resolución del Congreso en la que se condicionaba al abandono de las armas la apertura del proceso, y en la que se decía que “si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia".

Quienes votaron la resolución anterior, no tuvieron un año después empacho alguno en mentir a todos los españoles, atribuyendo a la ETA una “clara voluntad” de abandonar la violencia y unas “actitudes inequívocas” que conducían a esa convicción. En virtud de esa inexistente voluntad, el presidente Zapatero declaró el 29 de junio de 2006 que “al amparo de la resolución adoptada por el Congreso de los Diputados en mayo de 2005, quiero anunciarles que el Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA manteniendo el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular”.

No cabe duda de que el gobierno socialista mintió doblemente, primero inventándose una supuesta voluntad de ETA de abandonar el terrorismo, y luego afirmando que esa voluntad no estaba condicionada al pago de un precio político. No hay sino recordar lo que la propia banda terrorista, apenas un mes y medio antes de la declaración de Zapatero, había declarado en una entrevista al diario Gara:

¿Y qué no es, para ustedes, el proceso?
El proceso no es un proceso para construir una paz falsa sin contenido; el proceso no puede ser, sin más, un proceso para integrar a la izquierda abertzale en la normalización política; por lo tanto, que nadie piense que la izquierda abertzale va a aceptar mansamente el actual marco sin ningún cambio político. Y tampoco puede ser un proceso que desemboque en el actual marco, debe hacerse para que abra un camino hacia una verdadera situación democrática, porque si es un verdadero proceso habrá que recorrer ese camino. Por lo tanto, se equivocarán quienes se limiten a intentar desactivar la lucha armada de ETA.

– ¿Qué quiere decir ETA cuando dice alto el fuego permanente?
Expresa la solidez de la decisión de ETA, el alcance del compromiso de ETA y nuestra voluntad de llevarlo a término. Eso irá en función del desarrollo del proceso.

– Sin embargo, hay quien les reitera que debe ser irreversible.
Nos parece algo sin sentido.

-La Declaración de Anoeta mencionaba dos vías (mesa de pacificación y mesa de partidos), pero parece que ambas están conectadas.
En nuestra opinión, el proceso debe ser observado e interpretado como un conjunto, aunque en ese proceso existan ámbitos diferentes para su desarrollo. Al mismo tiempo, creemos que los pasos que deben darse en el proceso, los pasos que hay que dar desde hoy mismo, finalmente se alimentan mutuamente. Hay que dar pasos en todas las direcciones.

– Si un carril va bien pero el otro no, o si un carril va bien pero los gobiernos dicen que no, ¿qué hará ETA?
ETA ha adoptado su decisión para impulsar el proceso democrático, y en adelante también seguirá tomando sus decisiones en función del desarrollo del proceso.

-¿Y si a lo largo del proceso no se reconocen la autodeterminación y la territorialidad?
Sin desatar esos nudos no es posible superar el conflicto, no es posible lograr una solución democrática. Por lo tanto, es imprescindible construir el proceso desde el principio sobre esas bases, y el acuerdo final que lo lleve a término debe ser una formulación acordada sobre la autodeterminación y la territorialidad, ya que ésas son las claves para superar un conflicto de tantos años.

Desenmascaradas a bombazos las mentiras del actual gobierno y sus socios sobre la supuestamente verificada voluntad de ETA de poner fin a la violencia, no cabe sino añadir que se trata de una actitud sin precedentes, a pesar del afán de los medios afines al poder por establecer lo contrario. Una vez demostrado que ETA siempre condicionó la paz a la satisfacción de sus reivindicaciones sobre autodeterminación y territorialidad, hay que recordar que nunca antes ningún gobierno aceptó crear una mesa específica para negociar estas dos cuestiones o cualesquiera otras de orden político. Por más que intenten buscar otros paralelismos con lo sucedido en el 98 cuando gobernaba el PP, éste paralelismo no lo van a encontrar.

El último Zutabe que ahora conocemos no hace sino confirmar que ETA, a pesar de lo que nos han querido contar algunos, sigue siendo la organización terrorista que siempre ha sido, con o sin proceso-trampa de por medio. Los terroristas no siempre dicen la verdad, pero los políticos tampoco.

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