Los batasunos han dicho en una editorial del Gara que “centrar ahora el debate en el Organo Común es empezar la casa por el tejado”. No se ponen de acuerdo. Si este pobrecito pueblo vasco está dividido no es sólo porque el cruel Estado Español nos obligue a darnos la espalda. Es que además hay una división dentro del mismo nazionalismo: a un lado están los señoritos de bilbao y al otro los neo-napartarras. Los del “botxo” ya tienen casi todo lo que querían: presupuesto, autonomía, industria, aeropuerto, guggenhein, prestigio, glamour… lo único que les falta es una bonita huerta trasera. Pero los navarros pensamos que esta huerta es un Reino. Incluso los hortelanos de ideas vascómanas que hay en Navarra saben que nunca podrán convencernos de nada por las bravas. Su plan consiste pues en ponerse piel de cordero navarrista. Y si hace falta resucitar el Reino, y reconstruir los castillos que desmochó Cisneros, y ganar la batalla de Noain… se hace. Siempre que sea para, acto seguido, trasladar a  Pamplona esa burocracia que vegeta en Vitoria. Este es el plan. Pero habrá que ver cómo se les tuerce. Porque el hermanamiento histórico del “Laurak bat” sufrió hace ahora 70 años una ruptura difícil de superar. La última vez que fuimos todos a una, vascongados y navarros, fue cuando teníamos como objetivo común llevar hasta Madrid a un rey católico y antiliberal. Luego la vida, y Sabino Arana, nos separaron mucho. Demasiado. Por eso tienen algo de razón los del Gara. No es bueno empezar la casa por el tejado. Jerónimo Erro

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